martes, 1 de mayo de 2012

El Deseo de la Mentira


Capítulo 1:
Desconciertos

No muchos me conocen, es por eso que me voy a auto describir. Soy un chico flaco un poco alto, mido más o menos 1,70 m, tengo ojos marrones oscuros, pelo largo hasta los hombros y de color negro. Soy de pensar mucho. Me gusta escribir cosas, poemas, poesías o simplemente escrituras. También me gusta escuchar música. Bueno, empecemos con mi historia.
Todo empieza cuando yo voy caminando por la calle en un día como cualquier otro. Pero dese el momento en que me levante, sentía una ligera angustia que iba desde mi garganta hasta mi pecho. No supe el motivo, por eso me fumaba un cigarrillo.
Era un sábado. Como siempre, me levanto, me lavo la cara y desayuno. ¿Qué desayuno? Mates y música. No puedo levantarme un solo día sin escuchar música a la mañana. La música me ayuda a despertarme. Prosigamos. Como había dicho, desayuné, y después de escuchar un poco de música, salí.

Capítulo 2:
Mas Raro Aún

Era un sábado de invierno, yo me había puesto un pantalón negro, mis borceguíes, mi pulóver de lana y arriba una campera de cuero negro. Ese día tuve que viajar para comprar un par de cosas. Era ya la una y cuarto de la tarde y yo ya estaba en el colectivo. Me bajo del colectivo. Voy caminando por las calles de la cuidad en búsqueda de mis obligaciones. Camino mirando hacia abajo, y cuando levanto mi vista, miro a uno de mis amigos en frente mío caminando hacia mí. Cuando ya estamos juntos lo saludo:
_ ¿Que haces Fer, todo bien?
_ Tomatela pelotudo.
_ ¡Eh! ¿Qué pasa?... ¡Fer! ¡Eh Fer! ¡Para! ¿Qué te pasa boludo?
_ Tomatela dije, o sos sordo.
Y se fue. No se por qué tuvo esa reacción tan agresiva, pero lo pensé mientras yo también me iba con ese malestar en mi garganta.
Seguí haciendo mis cosas. Entre local y local al que entraba para tratar de conseguir todo lo que había salido a comprar me fumaba un cigarrillo cada tanto. Un rato después de haber tenido un cruce bastante raro con Fernando, me encuentro con Pablo que estaba con su mamá, también de compras:
_ ¿Qué haces Negro? ¿Todo bien?
_ Raja de acá antes de que te de una patada en el orto.
_ ¡Uh, loco! ¿Primero Fer y ahora vos? ¿Que les pasa?
_ ¡No te hagas el pelotudo! ¡Tomatela!
_ ¡Pero para! Si ni se que carajo está pasando…
Se fue y me dejó hablando solo en la vereda y con mi cigarrillo en la mano.
Sinceramente no entendía nada. Yo pensaba: “Bueno, tendrán un mal día…” pero se me hacía como que no era lo único.
Cinco minutos más tarde me llega un mensaje a mi celular. El mensaje era de Octavio diciéndome que era un forro y que no volviera a hablarle. No pude contestarle, no tenía crédito en ese momento. Ya me había puesto triste por todo lo que pasaba.
Vuelvo a mi casa para descansar y reflexionar sobre lo sucedido. No encontraba explicación alguna. Estaba totalmente desconcertado.

Capítulo 3:
La Desesperada Búsqueda

Luego de haber descansado una hora y de haber tomado mates, salgo de nuevo.
Mis amigos me odiaban y me lo hacían saber cuando me los cruzaba. No tenía idea del por qué y era algo que tenia que averiguar.
Primero me decidí por ir a la casa de Macarena y de Nico. Llegué con la esperanza de que Macarena no me odiara y me pudiera decir algo que me ayudara a saber porque estaban todos así. Una vez en la puerta, llamo y me atiende ella
_ ¿Qué querés? –Me pregunta-
_ Quiero saber por qué todos me están haciendo esto.
_ ¡Andate a la mierda pendejo antes de que te rompa la cabeza a patadas! ¿Me escuchaste? ¡Macarena, cerrá la puerta!
Gritó Nico acercándose. Ella cerro la puerta mientras me miraba con mucho odio.
_ Es increíble –pensé- Si esto no es una joda no se como va a terminar todo…
Me fui caminando bajo el cielo nublado. Eran como las cuatro de la tarde y me encendí otro cigarrillo.
Por más que iba de puerta en puerta, me atendían las personas a las que yo quería ver, pero no obtenía lo que iba a buscar. Una respuesta para entender lo que pasaba, o una simple pista. Nada de lo que me decían era de ayuda. Nadia me insulto con todas las letras. Laura no solo me insulto sino que también me abofeteó. Elena y Giuliana no me abrieron pero si me gritaban desde el otro lado de la puerta. Me cruce también con Mariano, Iván y Oscar. Si no reaccionaba a tiempo y salía corriendo me daban una golpiza de la que no iba a ser fácil recuperarme. Y claro, eran más que yo. Había recibido un llamado de Sebastián poco después de haber corrido. No solo me dijo que nuestra amistad había terminado, sino que me amenazo de muerte y cortó. Para esa instancia ya no me sorprendía mucho. Así que no le dí importancia. Luego decidí ir a la casa de Anabella. Ahí recibí un bombardeo de palabras unas arriba de otras y atrás de otras, ni siquiera un hola y ni un chau.
Entristecido de todo me volví a mi casa sin pista alguna para saber que sucedía y sin esperanzas de hallar respuestas. Pero cuando estaba llegando me fui para la casa de Antonella que también me cacheteó y me empujó también.
No entendía el por qué de todo esto. Así que decidí irme a mi casa de nuevo.
Eran ya las cinco y media de la tarde. Me siento en frente de mi computadora y abro mi mail. Tenía mensajes de todos mis amigos, pero no eran para saludarme ni cadenas que me habían enviado. Todos y cada uno de esos mensajes eran para decirme que nuestra amistad había acabado.
Siendo ya las seis de la tarde y muy entristecido me voy para la ciudad de La Plata a disfrutar de la vista. Llego allá como a las siete y media. El taxi en el que había viajado me deja cerca del puerto y me dirijo hacia allá para contemplar el mar, aunque sea de noche y por un rato.
Sin saber cómo en ese mismo lugar aparece Melisa. La miro y ella me mira. El nudo en  mi garganta y la sensación en el pecho ya eran incontrolables y se habían transformado en una completa melancolía. Ella de repente me dice –Sos un sorete-, se da la media vuelta y se va dejándome solo bajo el cielo gris que ya había empezado a llover.
Nunca supe que fue lo que paso. Nunca supe porque todos mis amigos me odiaron. Nunca supe porque en ningún momento me dijeron algo de lo que yo les había hecho.
Hay una cosa que solo sé, y es que a partir de ese momento deje de estar vivo porque perdí a todos mis amigos por algo que nunca pude recordar.

No hay comentarios: