Bajo la sombra de mi nogal,
Me encuentro descansando.
Mi cuaderno y mi pluma a mi lado,
Y, poesía, mi armónica, entonando.
La más bella melodía,
No nace de los pensamientos,
Nace de la alegría. Y la alegría,
Proviene de las miradas,
De unos ojos de cristal,
Que reflejan muchas cosas.
Por eso entono mi voz en este canto,
Porque tus ojos me han hablado,
Y me han dicho la melodía que debo entonar,
La que siempre quisiste. La que te merecés.
Y al sentir esta melodía, que,
Con tanta pasión he escrito,
Tus ojos dejan caer
Una lagrima vagabunda,
Que recorre tu rostro tibio.
Pero yo se que ese llanto no es de penas.
Pues tus ojos aguados, otro sentimiento me muestran.
Acompañando a esa lágrima que con tanto orgullo la muestras,
Hay una sonrisa que deslumbra, destella.
Me miras fijo a los ojos mientras te canto
Yo miro tus ojos mientras me sonríes.
Quito esa lagrima suavemente con mis manos
Y me regalas otra sonrisa.
Bajas tu mirada avergonzada,
Llevo mi mano a tu mentón,
Y suavemente, tu mirada levanto.
Ambos nos miramos, y ya se terminó mi canto...
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